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El suelo necesita estar bien estructurado y fértil para maximizar el crecimiento y generar un rendimiento alto.
Cualquier suelo es apto en tanto sea profundo y tenga buen drenaje. La capa freática debe estar por debajo de 1.5 a 2 m de profundidad para no restringir el enraizamiento. Sin embargo, se prefieren los suelos francos con una buena capacidad de retención de agua. Una buena preparación de la tierra es clave para un desarrollo fuerte y productivo del retoño y el consiguiente rendimiento del cultivo. Las malas condiciones físicas, como puede ser un suelo compactado, son mucho más difíciles de mejorar y es necesario evitarlas en el cultivo o corregirlas antes de plantar.
En los sitios donde se pueda presentar acumulación de sales o donde los suelos saturados puedan ocasionar deterioro al esqueje, debe considerarse la opción de hacer drenajes, ya que la caña de azúcar no tolera condiciones anaeróbicas, las cuales pueden afectar significativamente el rendimiento en regiones húmedas con suelos mal drenados. Para la preparación del suelo para un nuevo cultivo, las cepas viejas pueden ser destruidas mediante métodos mecánicos o utilizando herbicidas, y se debe eliminar la compactación mediante subsolado profundo una vez que los suelos estén lo suficientemente secos para ser reestructurados como es debido.
El pH óptimo del suelo es de alrededor de 6.5 lo cual maximiza la disponibilidad de los nutrientes. Sin embargo, los cultivos pueden tolerar un nivel considerable de acidez y alcalinidad en el suelo. Es factible la producción con pH extremos de alrededor de 5.0 y 8.5 en particular con las variedades modernas que son más tolerantes al pH.
Cuando el pH del suelo está inferior a 5.5, se reduce la disponibilidad del fósforo, magnesio, calcio, potasio y molibdeno. Con niveles por encima de 7.5, puede haber deficiencia de zinc, manganeso y hierro. El encalado es esencial para obtener cultivos con rendimientos altos en suelos ácidos. Estudios muestran que hay respuestas de 20-30t/ha ante la aplicación de cal a la caña planta y también en los dos ciclos de caña soca subsiguientes. Esto lleva a una respuesta de mayor rendimiento acumulativo a lo largo de la vida del cultivo.
Debe aplicarse yeso para reducir la sodicidad del suelo en caso de que sea necesario o para aumentar la saturación de calcio de los suelos, incluyendo suelos ácidos. La caña de azúcar es moderadamente sensible a la salinidad del suelo y puede esperarse una reducción del rendimiento cuando la CE esté por encima de 1.7dS/m.
Hay una relación lineal entre el rendimiento de la caña y la disponibilidad de agua, por cada tonelada de caña producida el cultivo requiere al menos 10mm de agua. La caña de azúcar además transpira grandes volúmenes de agua - durante el pico del crecimiento del follaje, alcanzando los 5-6mm de agua por día. Por lo tanto, un cultivo requiere 1500-2500mm de agua disponible por año con requerimientos pico durante el macollaje y el período de gran crecimiento.
Durante el establecimiento, las necesidades de agua son bajas ya que las yemas necesitan sólo la humedad suficiente para germinar y crecer. Una cantidad excesiva de agua en combinación con condiciones climáticas frescas en este estadio, retrasan la germinación y estimulan la aparición de enfermedades en los esquejes. El crecimiento vegetativo temprano necesita un buen abastecimiento de agua y el nivel de macollaje suele estar en proporción directa a la frecuencia de riego. Sin embargo, irrigar en exceso en este estadio puede obstaculizar la absorción de nutrientes debido a condiciones anaeróbicas, en particular en suelos pesados.
Durante el periodo de gran crecimiento, la falta de humedad afecta la elongación de entrenudos, la producción de hojas, la circunferencia de la caña, la producción de tejidos para el almacenamiento de azúcar y, por último, el peso del tallo. Todos estos factores restringen el rendimiento en forma significativa. Durante esta fase, los intervalos de riego pueden extenderse, pero las cantidades aplicadas deben aumentarse.
En la etapa de madurez, el agua excesiva promueve crecimiento vegetativo adicional lo cual reduce los contenidos de azúcar de la caña enviada al ingenio.
Idealmente, la cosecha debe coincidir con el pico de madurez pero esto no siempre es posible debido al clima, a los plazos de cosecha y limitaciones de mano de obra o maquinaria. En consecuencia, la caña puede cosecharse antes o después de alcanzar el pico de madurez a fin de asegurar la continuidad de abastecimiento de caña al ingenio. La elección del momento apropiado para la cosecha se suele basar en la experiencia del productor, el aspecto visual del cultivo y su edad.
Algunos utilizarán un refractómetro o medidor de grados brix para medir los sólidos totales en el jugo de la caña y así establecer la madurez. En otros casos se evalúa la relación entre los grados brix de la parte baja de la caña y con los grados brix de la parte superior.Los productores también necesitan minimizar los niveles de materia ajena, como son los residuos de tierra y raíces en la caña enviada al ingenio. la caña debe ser molida lo antes posible una vez que se cosecha, ya que las demoras acelerarán la formación de azúcares reductores y disminuirán el contenido total de azúcar.